JULES Y JIM


François Truffaut

Francia, 1961



Película chocante donde las haya. De esta película siempre recuerdo el fuerte contraste con el que se inicia, esas palabras tan poéticas como hipnóticas, seguidas sin preparación alguna para el espectador por esa música casi circense y esas imágenes de alegría y libertad. Y tras este ‘gancho de izquierda’ inicial viene un ‘directo a la mandíbula’ cuando uno se da cuenta de que toda la película es así, llena de contrastes.

Y el contraste en estado puro es esa maravilla terrenal llamada Catherine. Es curioso como François Truffaut presenta bruscamente al personaje de Catherine, personaje que se hace esencial en toda la historia, tanto, que siempre me pregunto por qué se titulará ‘Jules y Jim’ cuando debiera titularse ‘Catherine’. La narración está llena de brusquedades como ésta y de elipsis brutales, que son rescatadas en tono documental por ese narrador vertiginoso que nos saca de la historia cuando más estamos metidos en ella para que veamos el asunto desde fuera. Quizá por esto la película escape a mi razón, por lo menos. Por mucho que lo intento no soy capaz de comprender a Catherine, todos sus movimientos resultan sorprendentes e ilógicos, ¿es que François Truffaut nos está contando en realidad la vida de una loca? No lo sé, la verdad.

Película de encuentros y desencuentros (los que se ven y los que no se ven, que casi son más importantes), de filosofía sobre la vida y de dominó, de bigotes y de un coche dando vueltas y vueltas a una plaza, inquieto por encaminarse a un puente cortado y a un fango definitivo.